jueves, 29 de octubre de 2015

Una preguntita...


¿Te consideras imbécil? ¿Verdad que no?
Nadie se considera a sí mismo un imbécil. Los más autocríticos serán mesurados en su respuesta, pero nadie se considera un imbécil.
Sin embargo, basta que en un lugar lleno de gente alguien grite: ¡Eh, tú, imbécil!" para que todos nos demos vuelta dispuestos a defender nuestra claridad intelectual...
A un gordo no se le debe definir como gordo, eso es discriminación. Es gordo, pero no debemos recordárselo porque es una falta de respeto. En cambio podemos describirlo como alguien con "problemas de obesidad": suena respetuoso.
Igual pasa con los negros, los cajetillas, los pelados, los dientudos, los bizcos, los rengos, los petisos, los flacos, los lindos, los feos, los blanquitos, los pelirrojos, los magros, los culones, los pardos, los jorobados, los judíos, los tuertos, los musulmanes, los yanquis, los canarios, los gallegos, los tanos, los jóvenes, los viejos, los planchas, los veteranos, las mujeres, los hombres, los trolos, trolas, trans, metro y medio sexuales: podemos ir presos por decir cualquiera de estas palabras para indicar o referirnos a cualquiera, porque ahora la ley juzga y condena haciendo gala de la videncia: adivinan la mala intención que tuvimos al usar esos términos.
En un momento de enojo podemos decir "afro-descendiente con aparente dislexia", "persona con disturbio alimenticio y de opción sexual no convencional" o "sujeto femenino de agradable figura pero con coeficiente intelectual inversamente proporcional a la claridad del color de su cabello" y nada de eso será un insulto.
¿Tan bajo hemos caído en nuestra necesidad de atención que debemos ir al juez cuando alguien mencione nuestra particularidad física o nuestra conducta social más notoria? Deberíamos también mandar preso a nuestro amigo-pareja-hijo cuando nos dice "escuchame boludo"... pero no claro, eso es re-moderno.
Boludo.
Hay gente muriendo a tiros, muriendo de hambre, muriendo envenenada de tristeza y, peor aún, hay gente viviendo olvidada en una sociedad donde defendemos los derechos humanos de asesinos... ¿Y nos damos el lujo de ofendernos cuando nos describen? Porque decir “el gordo” para señalar a un ser con sobrepeso no es un insulto sino una descripción.
La próxima vez que alguien me grite "viejo idiota", voy a sonreír y decirme a mí mismo: "Pobre loco, debe tener un día terrible", y seguir mi vida feliz, educando a mis hijos para un mundo nuevo, uno con la autoestima bien alta.

Eres una joya única


Muchos hemos dedicado tiempo y energía a hacer sólo cosas que agradan a Dios y reprimirnos de hacer las que no le gustan, basándonos en la premisa que Dios todo lo ve, todo lo juzga y todo lo controla; se nos enseña a creer en ese dios bipolar, tan misericordioso como vengativo.
En una charla con nuestro maestro y guía, Luna dijo que quería hacer la voluntad de Dios, y el guía expuso lo siguiente:
Cuando pones una semilla en la tierra, ¿Qué es lo que deseas? 
Que esté viva, ¿Verdad? 
Esperas que germine,
que su brote crezca saludable,
que se nutra bien y que cumpla su ciclo vital,
dando buena sombra, lindas flores o saludables frutos según su especie...
¿Es así?
Si tu respuesta es afirmativa, te haré otras preguntas:
¿En qué momento deseas que la planta te haga una reverencia?
¿Cuándo empiezas a desear que te venere por haberla plantado?
¿Cuánto deseas que te agradezca, que crea en ti?
  ¿Verdad que eso ni siquiera pasa por tu mente?
¿Por qué un Dios - que según todas las enseñanzas es PURO AMOR - haría algo distinto?
Si existe un Dios, éste no necesita que creas en él: él sabe quién es. Lo que cualquier Dios espera es que CREAS EN TI MISMO, que germines, que crezcas sano y cumplas tu ciclo vital dando buena sombra, lindas flores o saludables frutos, de acuerdo a tu propia esencia.
Ten en cuenta que, si Dios te creo, te hizo así como eres: con tus gustos, tus particularidades, tus deseos, tus hábitos. Si vas a modificar algo en ti, hazlo porque tú quieres y no para agradar a otro.

Eres una joya única: no hubo en la historia de la humanidad otro como tú, no lo hay ni lo habrá... 
¿Por qué deberías "corregirte", "mejorar", "cambiar"?
No puedes corregirte, cambiar ni mejorar porque no tienes defectos: tienes particularidades, y esas particularidades te distinguen.
Eres lo que eres y eres como eres, no puedes ser otra persona.
Si fuiste creado por un Dios, él te creó así como eres, todo lo que él quiere es QUE TÚ SEAS TÚ.

Descubre quién eres, acepta quién eres, conoce quién eres, valora quién eres.
Ten presente esto: quien te ama no te cambiaría por nada.

Quien quiera cambiarte no te ama, sin importar qué tan convincentes argumentos tenga para "modificarte por tu propio bien".
Y quien no te ama tampoco te respeta... ¿Por qué tratar de complacerlo entonces?

Soy el genio de la lámpara

Soy el genio de la lámpara: te daré lo que quieras, sin importar lo que sea que quieras y sin límite en la cantidad de deseos.

Pide lo que quieras. 

Sólo debes saber un detalle: soy absolutamente sordo, así que no gastes energía hablando ni gritando.
Pero puedo ver lo que piensas,puedo leer tu mente: me basta ver las imágenes que mantienes en tu mente para saber qué quieres.

Disciplina tu mente en visualizar lo que deseas, porque te daré lo que vea en tus imágenes mentales.
Si no quieres enfermedades estarás pensando en enfermedades, y eso te daré.
Si no quieres tristeza estarás pensando en tristezas, y eso te daré.

¿Comprendes?

Si te digo "piensa en un tren", verás un tren en tu mente.
Si te digo "no pienses en una vaca", verás una vaca en tu mente.
Piensa sólo en lo que quieres, no en lo que no deseas.

Pruébame y verás que no miento: soy el genio de la lámpara y te daré lo que mantengas dibujado en tu mente, pero el único responsable por lo que dibujes eres tú.

Nuestros deseos pueden cumplirse


Solemos creer que no todos nuestros deseos pueden cumplirse, que cada vez que logramos una alegría la vida nos hará pagar con un dolor.

NO.

Continuamente algo llega y algo se va; esa es la dinámica del Universo. La vida no cobra con lágrimas las alegrías que nos da, simplemente porque la vida no nos da nada: conscientes o no, todo lo buscamos y hallamos nosotros mismos, vivimos lo que hemos ido construyendo con nuestras creencias. El hijo del carpintero decía: "para aquel que cree, todo es posible"; se nos ha enseñado que "lo que quiso decir es que aquel que cree en dios, bla bla bla...", pero él dijo muy contundente "para aquel que cree todo es posible"... lo que crees, creas.
Por eso Pedro caminó sobre las aguas varios pasos; luego sus viejas creencias le jugaron en contra y se hundió. Cuando Jesús lo sacó del agua sólo le preguntó: "¿por qué dudaste?"...
Nuestros deseos son susurros del Espíritu; es la Divinidad en nuestra esencia diciendo "hazlo", "consíguelo", "realízalo": si nació en nosotros el deseo, es porque debe manifestarse en nuestra vida, de lo contrario no hubiéramos deseado.
Necesitamos cambiar nuestras creencias para cambiar nuestra realidad: somos dioses en fase de crisálida, tal como el hijo del carpintero enseñó: "cualquiera de ustedes que crea en mí, hará cosas aún mayores que las que yo he hecho".
Dejemos de creer en los que dicen servirle y ponen obstáculos como la "indignidad" y "el pecado": creamos sólo en él y hagamos los milagros que queramos, pues para esto fuimos creados.

Yo no enseño religión


Mucho tiempo fui cristiano; creía en ese dios padre soltero que sólo acepta varones como representantes. Creía en el dios bipolar que casi todo el mundo adora: misericordioso y todo amor, pero también sensible a la lisonja, vengativo y arrogante.

Luego cuestioné su existencia, y durante mucho tiempo creí que:
  • Era tan débil que la creación se le fue de las manos
  • Era tan déspota que se divertía como un niño con las hormigas
  • Era tan distante que no podía vernos
  • Era tan viejo que ya no le estimulaba su propia creación
  • Era un invento controla-mentes tipo “sonría, lo estamos filmando”, o
  • Era algo más profundo que sus arquetipos, y yo debía descubrir y comprender ese algo.

Considero las escrituras sagradas como un relato de crónicas históricas, con algunas buenas enseñanzas, pero no creo en su contenido como “la palabra de Dios”. Llegan a nuestras manos luego de ser editadas durante 1200 años por una élite que se autodefine “embajadores del amor de Cristo” y lo demuestra protegiendo criminales, practica la discriminación con pasión inquisitoria contra todo lo que pudiera amenazar sus intereses: indígenas, negros, judíos, paganos, sanadores, y en particular si además son mujeres y niños.
En la Biblia fueron tergiversados muchos conceptos, fueron arrancados relatos enteros porque su contenido no conviene a los intereses de la iglesia. Después de eso nos dicen “esta es la palabra sagrada” y nos dan este mapa, en el cual cambiaron malintencionadamente las claves para acceder al tesoro.
En el mundo occidental y cristiano, somos criados bajo los conceptos morales y éticos que estos personajes inmorales y sin ética han impuesto como modelo; somos adoctrinados para encajar dentro de este “Sistema”.
Por éstas y otras opiniones soy considerado un rebelde, mote que me resulta sinceramente grato.
Como maestro, entiendo imprescindible que mis alumnos sepan de mi propio texto lo que vibra en mi interior.
Luego de mucho tiempo y algunas intensas vivencias en distintos planos de la misma realidad, ya no creo en un dios padre.
La Divinidad no tiene género; si lo tiene es femenino y por lo tanto no es el dios, sino La Diosa.
CREO EN UNA DIOSA MADRE QUE ES PURO AMOR INCONDICIONAL.
Eso no deja lugar para el dios que hace una fogata donde arrojar a sus hijos cuando se niegan u olvidan arrodillarse para satisfacción de la suprema arrogancia, un dios que pretende que olvidemos nuestra naturaleza animal y desperdiciemos la encarnación pidiéndole perdón por ser tan humanos.
La Diosa nos ama gracias a nuestra condición humana, ella nos creó así.
Si la Madre Diosa me ama como soy… ¿por qué debo ser otra cosa? Si no me gusto a mí mismo es porque busco encajar en las expectativas que otros tienen de mí, en lugar de aceptar, conocer, valorar y realizar mi propia persona hecha a su imagen y semejanza.
No fuimos hechos para encajar: fuimos hechos para sobresalir.
Soy un rebelde. No un revolucionario, no un inconforme: un rebelde.
Es un malentendido el pensar que ser rebelde es ser inconformista o revolucionario.
El inconformista es un reaccionario. Actúa desde su rabia, su violencia, su ego. Su acción no surge de la consciencia. Aunque vaya contra el sistema, el solo hecho de estar contra no implica necesariamente estar correcto. De hecho, la mayoría de las veces el moverse de un extremo a otro es moverse de un error a otro.
El rebelde es un tremendo equilibrio, y eso no es posible sin consciencia, sin estar alerta y sin un inmenso amor. No es una reacción, es una acción: no contra lo viejo, sino por lo nuevo.
El inconformista sólo está en contra de lo viejo, en contra de lo establecido, pero no tiene ninguna visión del futuro, ninguna concepción creativa del por qué se opone. ¿Qué hará si triunfa? Se encontrará perdido y totalmente avergonzado. Nunca lo ha pensado. No se ha sentido avergonzado, porque nunca ha triunfado. Su fracaso ha sido su refugio.
Cuando digo reacción, quiero decir que su orientación es básicamente dependiente: no está actuando impulsado por la libertad e independencia. Esto tiene profundas implicaciones. Quiere decir, que su acción es solamente un subproducto; también quiere decir que su acción puede ser controlada muy fácilmente.
El inconformista está siempre en manos de la sociedad y del sistema. El sistema sólo tiene que ser un poco más inteligente y astuto, y entonces puede usar al inconformista muy fácilmente, sin ninguna dificultad. Un inconformista está siempre en contra: si todos van a la derecha él irá a la izquierda, si la mayoría sube, él baja. Se le indica algo y él hace lo opuesto; es muy fácil de controlar.
Pero el sistema no puede usar al rebelde, porque él no está reaccionando a éste: tiene una visión de la humanidad nueva. Está trabajando para crear ese sueño, para transformarlo en realidad.
Si está en contra del sistema es porque este es un obstáculo para la realización de su sueño. Su foco no es el sistema. Su foco está en un futuro desconocido, en una posibilidad potencial. Actúa impulsado por su visión, por su sueño. Su consciencia decide en qué dirección quiere ir.
Esta es la diferencia entre reacción y acción: la reacción es siempre determinada por tu enemigo. Quizás nunca lo has pensado, que en la reacción es el enemigo el que está en posición dominante, él está decidiendo tu acción. Lo que sea que tú vayas a hacer, está decidido por él.
La sociedad y el sistema no pueden concebir al rebelde, porque no tienen siquiera una visión fragmentaria del gran sueño que el rebelde lleva en su alma. Todas sus acciones provienen de ese sueño, son perpendiculares al sueño colectivo. No está contra la sociedad, está a favor del hombre nuevo.
Su actitud es positiva, no negativa. No está enojado con la sociedad, está lleno de amor por ella. Sabe cuánto ha sufrido el hombre, cuánto y por cuánto tiempo ha vivido en miseria. ¿Cómo puede estar enojado?
Ni siquiera se queja del sistema: Está creando este mundo nuevo de tal manera que este sufrimiento, esta miseria y esta sociedad desaparezcan y que el hombre pueda vivir más naturalmente, más hermosamente, más amorosamente, más pacíficamente, gozando de todas las riquezas que esta existencia le brinda, de todos los invalorables regalos de la vida.
Libertad, amor, verdad, iluminación y el supremo florecimiento de su ser: todo está disponible aquí y ahora.
Las viejas estructuras fueron creando más y más impedimentos y obstrucciones contra el crecimiento del ser. Si el rebelde está contra esos obstáculos, es para permitir que el hombre nuevo viva sin cadenas ni prisiones, fuera de los campos de concentración de los dogmas: tan libre como un pájaro en vuelo, tan libre como un rosal que danza en la lluvia, en el sol; tan libre como la luna moviéndose en el cielo más allá de las nubes, en su extrema belleza, dicha y paz.
El rebelde es un ser totalmente diferente del revolucionario o el inconformista. Recuerda esto: ser inconformista es fácil, ser revolucionario no es muy difícil… pero para ser un rebelde necesitas de una tremenda transformación.
Cuando eres rebelde amas, pero tu amor no es superficial. Vives, pero tu vida es fuego.
¿Cuál es la diferencia entre el rebelde y el revolucionario?
El revolucionario es parte del mundo político, su enfoque es político: piensa que cambiar la estructura social es suficiente para cambiar al hombre.
El rebelde es un fenómeno espiritual. Su actitud es absolutamente individual. Su visión es que, si se quiere cambiar la sociedad, el cambio comienza en el interior del individuo.
La sociedad en sí misma no existe; es sólo una palabra, como rebaño, como muchedumbre. La encontramos como consecuencia de los individuos, nunca como su causa. Donde sea que encuentres a alguien, encontrarás al individuo.
Sociedad” es sólo un nombre colectivo, no una realidad: la sociedad no tiene sustancia. El individuo tiene alma, tiene una posibilidad de evolución, de cambio, de transformación; por tanto la diferencia es tremenda. Si la consciencia cambia, entonces la estructura social cambia. En sentido contrario no funciona; y esto ha sido probado por todas las sociedades: feudalismo, socialismo, capitalismo, fascismo, liberalismo, comunismo, cristianismo, todas han sido ideas revolucionarias… todas han fracasado.
La consciencia de la humanidad no ha crecido por siglos. Sólo muy de vez en cuando un individuo florece: un Buda, un Jesús…
Pero, en millones de personas, el florecimiento de un hombre no es una regla, es una excepción. Y como está solo, la muchedumbre no puede tolerarlo. Se convierte en una clase de humillación: su misma presencia se vuelve insultante porque nos abre los ojos, nos hace más consciente de nuestro potencial y nuestro futuro.
Hiere el ego no haber hecho nada para crecer, para ser más conscientes, más amorosos, más dichosos, y más creativos para hacer un bello mundo a nuestro alrededor. Nuestra existencia no ha sido una bendición: aun en nombre de Jesús hemos traído violencia, celos, codicia, envidia, se enseña el miedo en lugar de la Fe.
Jesús nos hiere porque él ha florecido, se amó a sí mismo y nos amó (“ama a tu prójimo como a ti mismo”: nadie puede dar lo que no tiene)… y nosotros estamos ahí parados. Las primaveras vienen, van y nada florece en nosotros, ningún ave hace su nido en nuestro pecho ni cantan a nuestro alrededor. Es mejor crucificar a Jesús, hacerlo a un lado, de modo que no nos sintamos espiritualmente inferiores.
Jesús fue y será siempre un individuo peligroso para quienes ponen las reglas de la sociedad, quienes pastorean (y esquilan) al gran rebaño. Estos “arrieros de devotas ovejitas” aseguran que los milagros son patrimonio exclusivo de Jesús, porque él era la divinidad.
Entonces nosotros, ¿qué somos?
Jesús nos enseñó:si tienes Fe como un grano de mostaza, cosas mayores que las que yo he hecho tú puedes hacer”.
¿Caminar sobre la mar? ¿Transformar el agua en vino, multiplicar panes y peces? ¿Sanar con las manos, con la mirada amorosa, con un soplo de vida?
Si preguntamos por qué nos muestran a Jesús sufriendo en la cruz, siempre dirán mintiendo que es “para venerar su sacrificio, él murió por nosotros”, ocultando la verdadera razón de esa imagen: advertirnos en forma sutil cómo podemos terminar si hacemos lo mismo… asusta un poco, ¿verdad?

Lo que estoy diciendo crea un sentimiento de inseguridad: da miedo desafiar las verdades impuestas. Pero, ¿qué es la seguridad? ¿Hay algo seguro en la vida? ¿Existe la seguridad, o es solamente una idea, una idea consoladora que el hombre se ha creado para sí mismo? ¿Qué seguridad existe?
La gente de Hiroshima y Nagasaki fueron a dormir con absoluta seguridad; y por la mañana no había más que fuego y cadáveres. No quedó nada vivo, ni los árboles, ni los pájaros, ni los animales, ni las personas. Toda la vida simplemente desapareció. ¿Cuál es la seguridad que existe?
¿Crees que esos seis millones de judíos alguna vez creyeron que las cámaras de gas serían su fin, que en cuestión de minutos saldrían por la chimenea convertidos en humo? ¿Qué seguridad existe?
La muerte puede venir en cualquier momento, y siempre viene sin aviso, ninguna advertencia. Nunca ha habido seguridad mayor que estar muerto: no pueden matarnos otra vez, las enfermedades no tienen nada que hacer con nosotros, no hay que preocuparse por el futuro.
Sin embargo seguimos viviendo con esta idea de seguridad; y cada vez que surge la idea de ser un rebelde, inmediatamente pensamos en la seguridad. ¡Pero no tenemos ninguna seguridad!
El rebelde lo comprende: no hay seguridad, por lo tanto no la pide. Vive en inseguridad, porque ese es un hecho real de la vida. No puede evitarlo, no puede prevenirlo, así que no hay necesidad de preocuparse al respecto. No pierde tiempo innecesariamente.
Tenemos que cambiar nuestra consciencia, crear mayor energía meditativa en el mundo, crear más amor. Tenemos que dejar atrás al hombre viejo y sus ideologías, sus discriminaciones, y crear un nuevo ser con ojos frescos, con nuevos valores: una discontinuidad con el pasado. Ese es el significado de rebeldía.
El inconformista se queja pero no propone cambios. El revolucionario intenta cambiar lo viejo. El rebelde abandona lo viejo, así como la serpiente abandona su vieja piel y no mira atrás. A menos que seamos rebeldes, la humanidad no tiene futuro. Sólo el hombre nuevo puede salvar a la humanidad, a este planeta y la bella vida en él.
Para mí, la rebeldía es la esencia misma de la religión: Es espiritualidad en su más absoluta pureza.
Yo no enseño religión, enseño rebelión.

Pecado y Metanoia


En nuestra cultura hacemos un uso erróneo de muchos términos; hay dos en particular cuya mala interpretación ha convertido en infelices a muchos: uno es "arrepentimiento" y el otro es "pecado".
Cuando alguien que ejerce poder sobre nosotros (paterno, religioso, filosófico, etc.) nos incita a arrepentirnos, generalmente busca hacernos sentir culpables; de igual modo, cuando se nos tilda de pecadores nos sentimos sucios, indignos, inmorales, merecedores de algún castigo.
Amo las palabras tal cual son: amo lo que significan, lo que simbolizan, lo que definen.
Arrepentimiento no significa sentirse culpable ni asumir la culpa de algo, sino un "volver al camino", retomar la senda hacia la realización de uno mismo. En el diccionario se lo relaciona al término metanoia: 'conversión entendida como movimiento interior que surge en toda persona que se encuentra insatisfecha consigo misma'.
 Arrepentirse es, por lo tanto, tomar un rumbo de satisfacción interior.
El otro término mal empleado es 'pecador', que tampoco significa culpable, sucio, indigno ni nada que se parezca o remita a esas sensaciones o calificativos. Pecado significa "pie fuera del camino", por lo cual 'pecador' es aquel que ha perdido su rumbo. Hablo, no del rumbo que la moral familiar, social y religiosa promueven - poco importa si esta moral es mejor o peor aceptada, ese no es el punto -, sino del potencial que cada ser ES en sí mismo, de quién es cada uno de nosotros antes de ser enseñado y socializado, más allá del bien y del mal e independiente de ello.
"Arrepiéntete pecador" no es un llamado a dejar de ser felices para seguir a un supuesto embajador de lo desconocido, sino todo lo opuesto: "arrepiéntete pecador" es una invitación a ser quien eres detrás de todas las máscaras, inmenso a todas las reglas, desnudo de todo uniforme; es dejar ya de andar caminos sin sentido para darle por fin sentido a nuestro camino y ser apenas, nada más pero absolutamente nadie menos que uno mismo.

Jerarquías familiares


Hace unos años, un amigo me pidió asistencia para mejorar su relación matrimonial.
La charla fue más o menos así:
- "Mario, quiero salvar mi matrimonio y veo que vos y Ana Laura tienen una buena relación, no sólo como pareja sino además amistosa; más que esposos parecen novios aún. Entre nosotros era así, hasta que llegaron los hijos... y por más que intento dialogar, ella siempre acaba enojada y no quiere seguir hablando.
 ¿Me decís qué puedo hacer, o al menos lo que ustedes hacen?".
Le pedí entonces que enumerase los miembros que componen una familia, en categorías jerárquicas según su perspectiva. Él dijo:
- "Yo creo que la jerarquía familiar es la pareja, ambos por igual, y los hijos... no soy machista".
Le dije que no le gustaría mi opinión, pero insistió en oírla. Le aclaré que después de eso ya no querría hablarme otra vez; él rió de buena gana y volvió a insistir.
Ésta fue mi respuesta:
- "Cuando eras chico tu madre eligió tu ropa, tu dieta, tu jabón, tu peinado, tu orientación religiosa, tu educación y dirigió tus horarios. Vos elegiste tu equipo de fútbol, a lo que tu mamá no se opuso porque un equipo de fútbol es algo insignificante. 
 Luego te casaste: hoy tu esposa elige tu ropa, tu dieta, tu jabón, tu peinado y dirige tus horarios; ella decide los días en que hacen el amor, cómo lo hacen (porque no creas que tú la convences de probar variantes... ella elige cuando las habrá y si las habrá); tan sólo acepta tu equipo de fútbol porque es algo insignificante.
 Cuando llegas de trabajar ella te espera con tu rincón listo para ti: ya preparó lo que acostumbras beber cuando llegas y allí está en tu lugar favorito de la casa (que también ella eligió, aunque te resistas a aceptarlo), ella te hace sentir un rey allí en tu trono... donde no molestas en su camino. 

 La familia está formada por la mujer, los hijos, las mascotas y el marido. Los hombres en la casa debemos molestar lo menos posible, porque es el reino de ellas y sus críos, no el nuestro; nosotros los machos debemos proveerles seguridad y protección, para ellas y sus pequeños, no gobernarlas.
 Si no puedes aceptar esto vas a ser uno más que va del trabajo al bar, del bar a la cama, de la cama al trabajo, del trabajo al bar... Si lo aceptas vas a convertirte en amigo de tu esposa y serás su más preciado cooperador; te aseguro que disfrutarás de una hermosa vida familiar y serás su prioridad luego de los hijos, las mascotas y ella misma... 
 Creeme, en la escala jerárquica familiar, ese lugar es el paraíso".