viernes, 16 de octubre de 2015

Regalo de Reiki


En diciembre 2012 vinieron a verme Juan Y María, un matrimonio, para ver si podía ayudarlos con su hijo de dos años y medio, Daniel; éste no hablaba ni podía caminar, debido a una lesión cerebral acaecida al final de la gestación.

El curso del embarazo fue absolutamente normal pero, al momento de nacer Daniel, el cordón umbilical se enredó en su cuello y le asfixió causándole una parálisis cerebral; sus funciones motoras y comunicativas estaban afectadas, el diagnóstico era ingrato: el equipo profesional que atendía al niño desde el nacimiento pronosticó que éste jamás caminaría ni hablaría... ni sobreviviría más allá de los cinco años debido a que la lesión en su cerebro le impediría crecer.

Su padre preguntó a la jefa del equipo médico si no habría alguna posibilidad mínima, a lo que la profesional respondió: "lo lamento, los milagros no existen".

Esa tarde cuando los recibí y tomé al niño en brazos, dije a la pareja:

- "Bien, la sanación de Daniel es posible, pero llevará un proceso de dos a tres años. Aunque en unos cuarenta días verán alguna señal de evolución, el proceso requiere dos a tres años"

- "¿Y qué debemois hacer en ese tiempo?" - preguntaron.

- "Sean felices, eso es todo".

Cuatro meses más tarde me llama Juan y me dice que vendrán a verme para conversar; acordamos reunirnos el sábado de esa semana. Ese sábado llegaron a mi casa... y Daniel bajó solito del auto, por su propio pie, apenas tomado de la mano de su padre. Durante las siguientes dos a tres horas, daniel rió, conversó, dibujó, jugó e hizo cosas que cualquier niño saludable de tres años hace...

Los médicos que lo tratan aún no comprenden cómo pudieron "equivocar" el diagnóstico. Juan, María y yo, sonreímos y damos gracias.

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